sábado, 7 de septiembre de 2013
Poros y Penia
Sucedió que cuando nació Afrodita, los dioses celebraron un banquete al que acudieron toda serie de deidades. Atraída por la celebración una mendiga llamó a la puerta para pedir las sobras de la comida, no siendo esta otra que Penia, la diosa de la Pobreza.
Consiguió ésta entrar en el banquete y beber y comer en abundancia, tras lo cual salió al jardín a donde había salido ebrio el dios de la Abundancia Poros. Le pareció a Penia una oportunidad para tener un hijo de él y procurarse mejor fortuna, y lo consiguió yendo al punto débil de dicho dios, que era bastante soberbio; Penia lo aduló y con esto lo sedujo, y yacieron juntos en aquel jardín.
De esa unión nació el dios del Amor Eros. El amor es pues hijo de la riqueza y la pobreza, de la abundancia y la necesidad.
De su madre ha heredado el estar siempre con dificultades, dormir siempre sobre el suelo frío, al borde de los caminos o en los umbrales de las puertas y sin cobertura de ningún tipo, una eterna hambre que no se aplaca, andar siempre descalzo, ser humilde, no necesitar dinero y buscar anhelante consuelo y calor.
De su padre ha heredado el buscar lo bello, lo hermoso, lo bueno que encuentra en su camino, una gran valentía y perseverancia, así como el coraje y el arrojo, sacar fuerzas de flaqueza, admirar la inteligencia, ser maravilloso y encantador, y poseer toda una serie de recursos y creatividad.
Esto es todo lo que el amor nos da, penurias y fuerza, llanto y firmeza, belleza y dificultad. Siempre unidos, tándem desigual, las penurias y las alegrías, que se equilibran y dan completitud al conjunto.
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